Mediante una tinta especial, al frotar con el dedo húmedo sobre la superficie del copy aparece la cruda realidad de esta problemática:
Más allá de que el mensaje puede ser demasiado gráfico o agresivo visualmente y mucho más allá de la efectividad de este, la realidad que viven miles de niñas en países del África Subsahariana, y en algunos de Asia es conmovedora y dolorosa.
La ablación sexual es la mutilación de parte de los genitales externos. El procedimiento es realizado por una mujer mayor con experiencia, que utiliza un vidrio, una cuchilla oxidada o cualquier otro instrumento cortante, sin ninguna medida higiénica o de precaución.
La pérdida casi total de sensibilidad es la principal consecuencia para las afectadas, con el añadido trauma psicológico. Hay mujeres que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y nunca en centros sanitarios.
Los defensores de la ablación femenina se escudan tras un concepto cultural absurdo que enferma a sus mujeres y hasta les causa la muerte. Ellos afirman que se practica en nombre de la religión y cultura, como un “ símbolo de identidad”, sin embargo, no existe ningún versículo del Corán en el que explique esta obligación de agresión física; también se habla de la cuestión de género. El clítoris es considerado como un pene pequeño y debe ser eliminado por la supremacía masculina.
Definitivamente la cultura es un don que por derecho, todo ser humano, debe conservar pero también es cierto que a lo largo de los años muchas prácticas culturales como esta, han sido rezagadas por fomentar la violencia y sobre todo la diferencia de género. La tradición ha permitido que muchas tribus y comunidades primitivas se conserven hasta nuestros días; la ablación femenina siembra represión en miles de mujeres africanas y lo peor de todo, está acabando con ellas.